Aún paseo por las calles ruidosas
Aún paseo por las calles ruidosas,
entro en los templos llenos de gente,
me siento entre jóvenes locos
y me entrego a mis sueños.
Y me digo: Qué rápido pasa el tiempo.
Todos los que estamos hoy aquí
bajaremos hacia las bóvedas eternas:
la muerte ya está detrás.
Mirando a un roble solitario
digo: Patriarca del bosque,
me sobrevivirás,
igual que a mis ancestros.
Acariciando a un recién nacido
pienso: ¡Perdóname!
Te cedo mi lugar;
yo desvanezco y tú floreces.
Con pensamientos acompaño
cada día, cada mes,
tratando de adivinar el año
en el que moriré.
¿Y dónde me sorprenderá la muerte?
¿Quizás en viaje, en el mar o en la guerra?
¿O tal vez aquel valle vecino
se quedará con mis cenizas?
Aunque al cuerpo fenecido
le da lo mismo dónde reducirse a polvo,
cerca del hogar querido
quisiera entonces yo dormir.
Que la vida joven juegue
junto a mi sepulcro
y la naturaleza indiferente
brille en su eterno esplendor.
1829
¡Bello!
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