Yo soñaba con hacerme amigo de una
lechuza,
pero jamás vi una lechuza en libertad
sin haberme bajado del carrusel urbano.
Y aunque mi memoria se derritió como una
vela
nunca pude olvidar el reloj en forma de
búho
que colgaba sobre la mesa en mi
infancia.
Intentaba hacerme amigo de los ratones,
iba a su casa como un igual, sin rifle,
pero los dueños estaban de viaje.
Y cuando yacía por angina, apenas
respiraba,
metían en mi cama un ratón inflable
con un silbato en el lugar menos
esperado.
Iba al zoológica a ver los animales,
me quedaba inmóvil junto a las puertas
de la dacha
donde las urracas gritaban en la
penumbra,
pero desde el bosque estival otra vez me
fruncía el ceño,
la vida campestre, la sangre en polvo,
la inútil amistad de las cosas.
"pero desde el bosque estival otra vez me fruncía el ceño,
ResponderEliminarla vida campestre, la sangre en polvo,
la inútil amistad de las cosas."