Es extraño pensar que en la plaza principal,
en los sanatorios y en las penitenciarías,
a la penitenciaría que ustedes me quieren llevar,
los relojes marcan la misma hora.
Yo les repito sin parar:
¡el que tiene razón siempre, nunca tiene razón!
Y el alma solitaria se agita,
cansada de tiempo universal.
Mis mejillas hundidas sudan, también mi frente,
ante la derrota grito:
ah, jueces míos, niños malvados,
¡mejor reflexionen sobre su propio destino!
Me muerdo los labios hasta la rojez más negra,
mi silencio es mi armadura.
No me torturen — moriré de pena,
ustedes me dan pena, no me torturen.
Bello poema, a su manera; creo que es casi la primera vez que te leo traducir a una autora viva... la pregunta inevitable es: ¿has podido contactar con ella? ¿Qué le ha parecido que una joven anduviera traduciéndola desde la otra punta del Globo, y en el marco de todo un proyecto como este?
ResponderEliminarGracias como siempre
Hola, gracias, traduje a varios poetas que están vivos: Bakhit Kenjeev, Kanat Omar, Aleksey Tsvetkov, Shajriza Bogatyreva, y en su momento a Bella Ajmadúlina.
ResponderEliminarAbrazos,
Natalia
Enhorabuena, una vez más. Y habrá otras veces y otras enhorabuenas, no lo dudo.
ResponderEliminarJL
Gracias por brindarnos la posibilidad de conocer a estos escritores a través de sus letras y tus palabras, Un abrazo,...
ResponderEliminarGracias por desempolvar este texto. He experimentado gran goce al leerlo. C.M.
ResponderEliminarGracias a ustedes. Es un placer.
ResponderEliminarNatalia
Fabuloso.
ResponderEliminarMuy buen poema, de los que más me han gustado. Tienes pensado colgar alguna traducción de Evgeny Rein o Alexei Parschikov? Sea como sea, me encanta el blog.
ResponderEliminar¿Qué hora es, ... qué hora es?
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