17 de diciembre de 1918
a V. MAIAKOVKY
¡No es así, tovarish!
No menos que usted, odio El Palacio de Invierno y los museos. Pero la destrucción es tan antigua como la construcción, e igual de tradicional. Destruyendo lo que odiamos, nos entristecemos y bostezamos como cuando observábamos la construcción. El diente de la historia es mucho más venenoso de lo que usted cree, la maldición del tiempo es inevitable.
El grito — todavía es un grito de dolor, y no de alegría. Destruyendo, seguimos siendo los esclavos del viejo mundo: quebrantar las tradiciones — es una tradición. Pero sobre nosotros hay una maldición mayor: no podemos dormir, no podemos comer.
Unos construirán, otros destruirán, cada cual tendrá «su tiempo bajo el sol», pero todos serán esclavos mientras no aparezca lo tercero, diferente en igual medida a la construcción y a la destrucción.
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Esta entrada y la anterior me han redescubierto a Blok (que también descubrí en este blog, hace un par de meses).
ResponderEliminarNo sé cómo será el resto de su diario, pero, si hay que juzgar por lo que has traducido y compartido, apasionante.
Lo es.
ResponderEliminarHe llorado y lloro,
las grietas, la historia, la vida plena.
Por favor, impecable, preciso, precioso.
ResponderEliminarUna gran síntesis de la historia del siglo XX en tan sólo unas palabras. Le llegó a Vladímir Maiakovskii la carta o se escondieron las palabras en la intimidad del diario ?
ResponderEliminarTodo llega.
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