Con esa melena dorada,
con esa cintura,
con ese andar —
cómo no seguirlo
por el mundo.
Detrás de esa cintura,
¡detrás de ese silbido!
Voy por la calle —
la gente se aparta.
Como si fuera una ladrona,
como si fuera una difunta.
Ya todos saben a qué santos rezo.
Sí, en las capillas,
sí, en las verdes.
Mía, amigas,
mía es la culpa.
No me tejan una mortaja
de lino azul.
Por no haber dormido sola —
me acuesto para siempre
bajo el manzano salvaje
y sin incienso.
(de "Noche mía, rival mía". Ed. Llantén 2017.
Traducción de Natalia Litvinova)
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