En la foto: A. Ajmátova y O. Bergholz
Oh, amigo, no pensé que el silencio
es lo peor que nos dejaría la guerra.
Tanta quietud que los pensamiento
son como gritos o sollozos solitarios.
Acá la gente se arrastra rugiendo, retorciéndose,
y la sangre espuma en la tierra...
Hay tanto silencio que no vendrá
ni el campesino, ni el carpintero, tampoco el agricultor —
nadie, nunca, vendrá.
Tan silencioso todo, enmudecido,
que no es ni vida ni muerte
sino la peor condena.
Ni vida ni muerte — mudez, mudez —
desesperación que encogió la boca.
Los muertos se quieren vengar de lo vivo:
todos saben, todos recuerdan, y callan.
1940, Finlandia
*Olga Fiódorovna Bergholz, poeta
soviética, conocida por su trabajo en la radio durante el Sitio de Leningrado, donde fue el símbolo de la fuerza y la
determinación de la ciudad.
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