¡Querido niño!
Hace calor y ventea.
Escribo un libro y pierdo los fragmentos terminados. Me parece que repito o que algo se me escapa. Hace más de cincuenta años que hago esto y pareciera que no lo sé hacer. Aquí (abajo) vive Paustovski. Su hijo Alexis no le escribe cartas a su padre.
Vino Kaverin, alto, entrado en años, cansado y diligente.
Yo estuve enfermo y mis pulmones crujían y silbaban. Ahora parece que todo está bien. Ya estoy cansado de Yalta y quiero volver a Moscú.
Es importante que termine de escribir el libro.
Decile a tu querida madre que el trabajo humano supera la fuerza humana. El problema no son las horas de trabajo sino encontrar en el trabajo su grano simple. Tu bisabuelo decía que a la hora de estudiar es importante no esforzarse.
30 de septiembre de 1966
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