Todo terminó: me acuesto en la cama. ¡Es bueno que hayas venido! Y sí, es lo que me enseñó mi madre: «Mejor tarde, que nunca». Así que sacate el abrigo sin miedo, o si querés, acostate con el abrigo puesto: «Los que llegan tarde, ya no me interesan», es lo que me enseñó la vida.
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