(1803 – 1873)
Sentada en el piso
revolvía el montón de cartas,como a la ceniza enfriada
las tomaba con las manos y las arrojaba.
Tomaba las hojas conocidas
y las admiraba maravillada,
como las almas que miran desde el cielo
los cuerpos abandonados por ellas ...
¡Cuánta vida hubo aquí,
vivida irrevocablemente!
¡Cuántos minutos dolorosos,
de amor y de alegría muerta!
Parado a su lado, en silencio,
listo para caer sobre las rodillas, -
me sentí terriblemente triste,
por esa amable inherente sombra.
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me gusta mucho su sobriedad narrativa. todo un hallazgo el tuyo, N.
ResponderEliminarYo pude leer unos fragmentos de Tiutchev dedicados a la noche, intercalados por Berdiaev en " una nueva edad media". lamentablemente me entero que no existen ediciones en castellano, por lo que tu tarea en ese sentido es realmente admirable.
ResponderEliminarun saludo.
Gracias Gabriel
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