TRADUCCIÓN DE POESÍA RUSA

29.7.13

O. MANDELSTAM. UNA ANÉCDOTA.
























“Mandelstam entraba corriendo sin saludar, buscaba al "mecenas" que le pagaría a su cochero”, se acordaba el poeta Gueorgui Ivanov. Después se tiraba en el sillón, exigía coñac en el té para calentarse, e inmediatamente volcaba la taza sobre tapiz o  sobre el escritorio. Siempre estaba helado porque en invierno andaba con un ligero abrigo de otoño. Una vez iba junto al poeta Nikolai Gumiliov en el carruaje, mantenían una disputa literaria. Gumiliov empezó a notar que las venenosas réplicas de Osip se volvían cada vez más breves, hasta que de pronto Mandelstam, completamente entumecido, cayó sobre sus rodillas. Se había helado sin darse cuenta.





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