TRADUCCIÓN DE POESÍA RUSA

11.3.15

SERGUEI ESÉNIN: confesión de un granuja

Esénin y Klichkov, Moscú 1918


























CONFESIÓN DE UN GRANUJA

No todos saben cantar,
no todos saben ser manzana
y caer a los pies de otro.

Esta es la suprema confesión
de un granuja.

Ando intencionalmente despeinado,
con la cabeza como una lámpara a petróleo
sobre los hombros,
me gusta iluminar en la oscuridad
el otoño deshojado de sus almas.
Me gusta que las piedras de los insultos
vuelen hacia mí como granizo que vomita la tormenta,
es cuando mis manos aprietan con más fuerza
el cabello de mi burbuja vacilante.

Entonces recuerdo con nitidez
el estanque cubierto de hierba, la voz ronca del aliso,
que en algún lugar viven mi padre y mi madre,
y que mis versos les importan un carajo.
Pero me quieren como a un campo, como a la carne de su carne,
como a la lluviecita que en primavera tienta a los brotes.
Ellos les clavarían sus horquetas
por cada insulto que me lanzan.

¡Pobres, pobres campesinos!
Seguramente ya están feos
y aún le temen a Dios y a los espíritus del pantano.
¡Si sólo pudieran comprender
que su hijo es el mejor poeta de Rusia!
¿Acaso no se cubrían de escarcha sus corazones
cuando él se mojaba los pies en los charcos del otoño?
Ahora usa sombrero de copa
y zapatos de charol.

Pero en él arde el mismo espíritu juguetón
de aldeano travieso,
a cada vaca pintada en los letreros de las carnicerías
saluda con una reverencia,
cuando se cruza con los coches de la plaza
y el olor del estiércol le recuerda a su tierra,
está dispuesto a llevar la cola de cada caballo
como si fuese la cola de un vestido de novia.

Amo mi tierra.
La amo demasiado.
Aún cubierta de tristeza como el moho en los sauces.
Me gustan los hocicos mugrientos de los cerdos
y el canto de los sapos en el silencio nocturno.
Estoy enfermo de ternura
por los recuerdos de infancia,
sueño con la niebla y con la humedad de las tardes de abril.
Cuando nuestro arce se ponía en cuclillas
para calentarse con la hoguera del alba,
trepaba de rama en rama,
para robar los huevos de los nidos de las cornejas.
¿Seguirá siendo el mismo de antes, con su copa verde
y la corteza dura?

¿Y tú, mi querido perro fiel, abigarrado?
La vejez te volvió ciego y gruñón,
te arrastras por el patio con tu cola caída.
Tu olfato no distingue ya el establo de la casa.
Tan importantes fueron para mí nuestras travesuras de antaño,
cuando le robaba pan a mi madre
y lo comíamos entre los dos, un mordisco cada uno,
sin engañarnos.

Soy el mismo de siempre,
mi corazón es el mismo.
Los ojos brotan en el rostro
como las flores azules en el centeno.
Y yo extiendo las esteras doradas de mis versos
para decirles a ustedes
mis más tiernas palabras.

¡Buenas noches!
¡Buenas noches a todos!
La guadaña de la aurora enmudeció
después de rozar la hierba del crepúsculo.
Hoy tengo ganas de ver luna
desde la ventana…

¡Luz azul, y el azul es tan profundo
que ni siquiera me daría pena morir!
Qué importa que parezca un cínico
con un farol colgando del trasero.
Qué falta me hace tu trote suave,
viejo, bueno y fatigado Pegaso,
como un severo maestro
vengo a decantar y a glorificar a las ratas.
Como agosto, mi cabeza vierte
el vino tumultuoso de mis cabellos.

Yo quiero ser ese velero amarillo
que nos lleva al país, hacia el que vamos.



Video de Serguei Esénin en la inauguración del monumento al poeta A. Koltsóv:
https://www.youtube.com/watch?v=1OBJFDfXxQ0



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